22 junio, 2018

Lances de amor.-

Hemos andado unos días ciertamente  mohínos, por acaeceres de la vida, de modo que aqueste pliego sirva para echar a caminar de nuevo, que cosa funesta sería no aplacar tristezas con andanzas. 

Créannos vuesas mercedes si afirmamos con certeza que cualquier tiempo pasado fue mejor en cuestiones de amoríos; era el cortejo de la dama paciente empeño que necesitaba de galanterías, dádivas, palabras exquisitas e inmejorable trato si uno deseaba alcanzar el favor de la anhelante dueña de su corazón.

Existían, es cierto, modos y maneras. Bebedizos y filtros, oraciones y conjuros, amuletos y supersticiones, estratagemas "non sanctas" para llevar a cabo tal logro, mas algunos cayeron en manos de alguaciles, o peor, del Santo Oficio por excederse en sus artimañas, con lo cual quedaron a dos velas, nunca mejor dicho. 

No dejaremos en el tintero, empero, aquellos otros que simplemente recurrían al socorro de la Mancebía y sus "doncellas", práctica poco cristiana, insana y nociva y que hasta podía traer fatal desenlace por contraer el "mal francés" o cualesquier otra afección de inescrutables consecuencias. 

Viene todo esto a colación de extraño pasquín hallado no lejos de la Puerta que llaman del Osario, en la que un galán reclama la atención de cierta damisela, mas parece ser que o bien ella muéstrase desdeñosa o bien porque el olvidadizo pretendiente adolece de experiencia, todo ha quedado, entendemos, en desolador encuentro por proporcionar de mal modo unos números que suponemos han de ser como secreta clave para que el amorío prospere.


No seremos quienes hagamos de trotaconventos o alcahuetes proporcionando tal número, mas convendrán con nosotros que no deja de ser curiosa forma de trabar contacto ajena a cortesías, gentilezas, pleitesías y reverencias... 

P.D. Si la dama en cuestión leyera aquestas líneas, mándenos recado y gustosamente daremos razón.

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