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27 mayo, 2015

Enigmas (I).-



Deambulando por el callejero hispalense como en nosotros es habitual, topamos el otro día con cierto muro que por un momento pensamos afortunadamente libre de pintadas o vítores tan frecuentes en aquestos días. 


 Sin embargo, lo que en principio parecía tapia inmaculada mudóse en extraña pared llena de macetas o tiestos, aunque por extraño sortilegio alguien, con dotes sin duda de nigromante, habría sustituído geranios, gitanillas o lo que fuera, por extraños símbolos que nos confundieron no poco, desde sortilegios indescifrables hasta juegos de palabras que nos llamaron a engaño.


 Para más inri, el autor o autores de tan rara proeza firmaron su obra con reinvindicativo nombre, sin que sepamos, a ciencia cierta si la "acción poética" es perseguir a las damas con sonetos y ditirambnos o si eso de "mi arma" es que porque habrá pronto rebelión y arcabuces y mosquetes, dagas y rodelas, estarán pronto en manos de desaprensivos como ocurriera en 1652.



16 julio, 2012

Bemoles II. Un Bis.

   Disculpará, amable lector, que reiteremos título en aquestos pliegos, mas requiérelo la ocasión como comprobará en lo que sigue.

   Sin cumplirse aún aniversario de su publicación, en cierto pliego (http://alonsodeescalona.blogspot.com/2011/08/bemoles.html) apelábamos a viandantes y peripatéticos a ejercitar el espíritu entre acordes y melodías que al menos así, huiríamos de desazón y protegeríamos de molicie el alma nuestra, haciéndose especial hincapié en mozos que con sus chanzonetas al modo egipcíaco o flamenco tañían laúdes o vihuelas con singular tiento y disposición.

 Item más, acompañábamos antedichas palabras (salidas desde buena voluntad y mejor espíritu) con cierta imagen de uno de aquestos mozos, mediada calle de la Sierpe, absorto en plena ejecución de pieza musical y aguardando lograr con su arte algunos maravedíes con que sustentarse.

No sin dolor, hace escasas fechas tuvimos conocimiento de infausta desaparición de tal intérprete, sin que sepamos a ciencia cierta motivo del óbito, mas que coligiendo que quizá no soportase estulticia de quienes no apreciaban su arte o, simplemente, el Creador teníalo dispuesto así; amigos y deudos rindieron humilde homenaje a su persona, conmoviéndonos en grado sumo tal gesto.


Sirvan aquestas míseras líneas en su recuerdo y memoria; de cómo avatares de cotidiana vida llévannos a queja constante sin que, en verdad, lleguemos a apreciar prójimos, creadores o no, junto a los que pasamos y que procuran, “suo modo”, alegrarnos vida y oídos…

27 noviembre, 2011

No somos de piedra



Fue suceso memorable en mi tiempo, milagro para unos, maldición para otros.



De todos era conocida obligación de hacer genuflexión al paso del Santísimo Sacramento bajo pena de 600 maravedís, según decreto antiguo de su Majestad Juan II, como pregona oportunamente lápida pétrea situada en los muros de la Colegial del Salvador (templo del que algún día hablaremos largo y tendido por sus avatares y personajes, entre los que nos incluímos) y que advierte, la dicha losa,  de pena que se impondría a blasfemo e irrespetuoso que no venerase a Jesús Sacramentado como conviene la Santa Madre Iglesia.

Sucedió, pues, que en cierta taberna de la collación de San Lorenzo reuníase nutrido grupo de bravos o galanes, a cuál más osado, y todos ellos, movidos sólo por su pereza y holganza no hacían sino menoscabo de sus semejantes, chalaneando a los más, haciendo gala de temeridad e incluso requebrando a damas y doncellas sin importarles intimidaciones o quebrantos. Bebedores en exceso, trasegaban mosto del Aljarafe en demasía, sin hacerles ascos a aguardientes o licores, resultado por tanto mesnada perturbadora y jaranera en demasía.


En cierta ocasión, sonando las campanillas que anunciaban a Su Divina Majestad llevada por algún clérigo en socorro del alma de algún agonizante, los parroquianos de aquella taberna salieron más por miedo que por respeto, más por temor que por devoción, e hincaron fervorosamente sus rodillas en tierra al paso de la comitiva, no así un mozo, tenido por bravucón y pendenciero, que en no pocas ocasiones había denostado tal piadosa costumbre, con muchos aspavientos y afectaciones de no querer someterse al dictado de las leyes y diciendo que todo ello era cosa de mojigatos y beatas, resolviendo en aquella nefasta jornada quedarse en pie.


Tronó el cielo y un rayo salido de él cayó sobre el imprudente mentecato, aunque en vez de trocarse en carne quemada convirtióse (como si Medusa le hubiera mirado) en sufrida estatua de piedra para escarmiento de muchos, y todavía agora permanece en el mismo sitio en que pasó a mejor vida por su alocada e irreflexiva irreflexión. Y desde entonces llamóse “Del Hombre de Piedra” aquella calle.


Por nuestra parte, hemos comprobado que hogaño el Santísimo sale con asaz frecuencia por las calles y que son muchos los irreverentes que desvergonzadamente no se arrodillan a su paso en principales calles, pues no hallamos otra razón para que hayan quedado convertidos en estatuas, y que las gentes, compadecidas, les echen maravedís y hasta algún ducado a sus pies con vana esperanza de que recobren su primitivo estado, y aunque, somos testigos dello, las más de las veces parecen recobrar aliento, al poco tornan a como estaban, siendo cosa digna de ver cómo el pueblo arremolínase en torno dellos como si de saltimbanquis o polichinelas se tratare aguardando momentáneo milagro y ocasional sobresalto.




Cuéntanos, para sacarnos de nuestra confusión,  que resulta nueva forma de oficio y ciertamente lucrativo pues no requiere sino disfraz adecuado, predisposición a estar inmóvil y soberana paciencia con los viandantes, que no faltan maleducados ni necios y no deja de ser llamativo cómo por no hacer nada puédase ganar el diario pan.

10 agosto, 2011

Bemoles.-



     Si echarnos a las calles de esta ruidosa urbe supone de por sí gran aventura y ventura, no menor gozo supone el comprobar cómo en sus calles el vigor y el aliento corre por ellas pese a las calurosas jornadas que viviendo andamos.



     Transeúntes, paseantes, viajeros, ojeadores, descuideros, despreocupados, pedigüeños, forasteros, todo ellos deambulan con diferente paso en virtud del tiempo del que disponen, contemplando las galas de esta ciudad, sus maravillas y miserias, que cosa notoria es para muchos que estando la nación en franca declinación en sus negocios sólo reste el caminar como remedio contra la desocupación y el hastío.



     Público es cómo en las principales vías y plazas abundan ministriles que con musicales instrumentos jalonan con sus notas las jornadas a cambio de exiguo estipendio, mas habrá que pormenorizar que si en tiempos pretéritos abundaban chirimías, clavicémbalos, vihuelas o sacabuches en manos de los herederos de aquellos ancestrales juglares o troveros, son ahora novísimos útiles los usados para interpretar las más extrañas melodías que, salvo en contadas excepciones, poco parescido han con las ejecutadas o pergeñadas por Peraza, Guerrero, Morales o Correa de Araúxo o Bach, Haendel o Mozart.


     Suele ser gente discreta, de condición diversa y variada nación, sobresaliendo oriundos de la Transilvania o los Cárpatos, apreciándose en ellos no sólo mucha predisposición a la interpretación musical, sino también al uso de instrumentos cuya existencia desconocíamos, especialmente uno a semejanza de clavicordio con fuelle que pórtase en brazos cual infante y del que debe haber numerosa producción y grande número de industrias allá, pues abundan por doquier y me dicen que no sólo en aquesta ciudad sino en otras muchas hasta pasar de legión en número.


     Item más, proliferan quienes ejercitan el noble arte bajo los auspicios de la musa Euterpe valiéndose de laudes o vihuelas, entonando tonadillas o chanzonetas de nación egipcíaca, aunque agora llámanlo flamenco sin comprender nosotros, a fuer de ser sinceros, el por qué de tal nombre si en Flandes, al menos antaño, pocas ganas había de jarana y regocijo como exigen cánticos de este tenor.




    Perviven establecimientos dedicados a la venta de los tales instrumentos, e incluso, por la collación de San Lorenzo, descubrimos taller de Luthier aunque desconocemos si subsiste gremio dello; Visitando cierto comercio de la calle que llamaban de Génova en mi tiempo, pude apreciar extrañas invenciones y no menos vistosas vihuelas; e interrogando a uno de los mozos que allí laboran pude descubrir que o bien son obra del Maligno o su sonido ha de ser cuando menos interesante en grado sumo, habida cuenta que poseen un cordel que conectado a través de complicados mecanismos hace sonar el dicho instrumento por medio de ese milagroso hallazgo de la electricidad.



El tal mozo me habló de nombres de compositores que habían creado ingente obra para dicho instrumento, más ninguno debió ser contemporáneo nuestro y la mayoría era de tierra inglesa o incluso de allende el Atlántico Océano, aparte de la existencia de bandas (que ignoramos si son de malhechores o de gente de paz) que por la Semana Santa acompañan las andas de las cofradías, como en su momento aclaramos.



A modo de corolario, seguiremos con fidelidad a Platón, quien en cierta ocasión afirmó que la Música era para el Alma lo que la Gimnasia para el Cuerpo; de manera que pondremos a ejercitar el espíritu entre acordes y melodías que al menos así, huiremos de la desazón y protegeremos de la molicie el alma nuestra...